teologia para leigos

31 de maio de 2011

MANUEL CASTELLS - AS «ACAMPADAS»: MEDO E COMUNICAÇÃO (VÍDEOS)

«medrosos de todo o mundo, uni-vos na rede»




Manuel Castells
um sociólogo numa 'acampada'...


1. A política é fundamentalmente mediática...
2. Novas formas de (auto)comunicação - «de repente, ninguém está só… e cai o medo!»
3. A superação é sempre COLECTIVA, MENTAL e nunca individual
4. Como enfrentar «o menu» político actual? Com discursos negativos? Como re-organizar a insatisfação popular sem ser populista?
5. Não à ‘destruição’, mas à ‘reconstrução’ democrática: a partir da pressão social… Sem pressão social não pode haver mudança política!
6. Tópicos essenciais: a comunicação autónoma, livre, para todos, pela net; participação local, activa, pela internet; capacidade colectiva auto-controlada; a experimentação democrática; o princípio da não-violência;
7. «Não se isolem - juntem-se para vencer o Medo»; etc etc



(Praça de Catalunha)

"Comunicación, poder y democracia"
(27/05/2011)




MÁRTIRES JESUÍTAS EM EL SALVADOR (1989)

La extrema derecha mató a Ellacuría para impedir la paz en El Salvador

 «o bom pastor dá a vida pelas suas ovelhas» Jo 10:11

mártires jesuítas assassinados em El Salvador, 1989


La masacre se forjó entre altos cargos del Gobierno y el Ejército



Redacción de Periodista Digital, 31 de mayo de 2011

«Ahora es el momento de matar a los jesuitas». 16 de octubre de 1989. Universidad Centro Americana de El Salvador. 1.00h de la madrugada. Tras diez días de planificación al más alto nivel político y militar, un comando especial del Ejército entra en la residencia de los sacerdotes. Buscan a los «delincuentes terroristas». A los «cerebros marxistas» de la guerrilla salvadoreña. El teniente Espinoza ordena «no dejar testigos». Primero matan a sangre fría a cuatro religiosos. Después a dos más. Y en una habitación tirotean a una madre y su hija. 3.00h de la madrugada. Operación terminada.


cadávares nos jardins da residência dos padres jesuítas, El Salvador [1989]

Lo cuenta Mateo Balín en Diario Montañés. «El FMLN [la guerrilla izquierdista salvadoreña] asesinó a los enemigos espías», escriben los militares en la pared de la residencia para tapar el crimen. Después regresan al cuartel entre los vítores de sus superiores y el aplauso de los servicios de inteligencia, que actuaron en connivencia con un sector de la extrema derecha del partido gobernante, el ARENA. Estas fueron las últimas horas del jesuita vasco Ignacio Ellacuría, trágico protagonista de la guerra civil de El Salvador, la más violentas del continente iberoamericano con más 75.000 civiles fallecidos.


Padre I. Ellacuría, sj, Reitor da Universidade Centro Americana

El rector de la Universidad Centro Americana, activo mediador político y partidario de una salida negociada entre la guerrilla izquierdista y los partidos de derecha, encontró la muerte a la entrada de su residencia, junto a otros seis compañeros, cuando la guerra comenzaba a llegar a su fin. Su fallecimiento conmovió a todos los estamentos sociales del país, pero fue el punto de partida de la pacificación en El Salvador. Este es el escenario que describe el juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, en su auto de procesamiento conocido ayer. Tras varios años de investigación, el magistrado concluye las pesquisas y ordena el procesamiento de 20 militares por ocho delitos de asesinato terrorista y crímenes de lesa humanidad. Entre los acusados se encuentran responsables de la cúpula militar salvadoreña en el momento del crimen y los soldados del batallón especial que ejecutó las órdenes de sus superiores. El juez Velasco ordena prisión provisional y sin fianza y busca y captura internacional para todos los procesados, y hace especial mención en la localización del coronel Inocente Orlando, exviceministro de Seguridad Pública y protagonista «activo» del plan de asesinato de los sacerdotes. Para llegar a estas conclusiones, el magistrado declara no valido el juicio que se celebró en El Salvador en 1991 y que acabó con «condenas forzadas» de dos coroneles y la absoluciones de otros acusados, algunos de ellos asesinos confesos. El auto revela que la masacre de los jesuitas se forjó en las alianzas entre altos cargos del Gobierno salvadoreño y el Ejército. En concreto, el vicepresidente Francisco Merino y los miembros de La Tadona, una sección ultra del Ejército con el viceministro de Defensa, el coronel Juan Orlando Zepeda, a la cabeza. Durante una década persiguieron a los religiosos, a los que consideraban precursores del marxismo en el país y líderes políticos de la guerrilla izquierdista.



Funeral de I. Ellacuría, sj
 
En octubre de 1989, en un clima favorable para la paz, las élites políticas y militares deciden tapar la boca y aplicar la «solución final» contra el grupo de jesuitas liderados por el rector universitario Ignacio Ellacuría. «Vamos a buscarlo y si lo encontramos, ¡le vamos a dar un premio!», anunciaron antes de su muerte, según revelan ahora documentos de la CIA. Veintiún años después de los crímenes, la verdad judicial ve ahora la luz.





Vídeo: o impacto

Vídeo: os sobreviventes e a ONU

Funeral de Mons. Oscar Romero

Homilia de Mons. Oscar Romero

Homilia de Mons. Oscar Romero


«LEGIONÁRIOS DE CRISTO» - O LIXO DA IGREJA ESPECTÁCULO


Legionários de Cristo


(o Espírito sopra onde quer e não onde o mandam…)


Legionários de Cristo




El sacerdote era uno de los grandes suscitadores de vocaciones en la congregación


Padre Juan Pedro Oriol


Juan Pedro Oriol también abandona la Legión
Continuará ejerciendo el sacerdocio en Guadalajara y Querétaro


Estaba en "período de reflexión" desde hacía meses, como ya anunció en su día RD. Ahora, el cuarto de los hermanos Oriol, Juan Pedro, uno de los sacerdotes con mayor prestigio en la congregación en México, abandona la «Legión de Cristo».


Padre Maciel Degollado (fundador) e Papa João Paulo II


Harto de los silencios en torno al pederasta Marcial Maciel Degollado y la falta de decisiones claras contra los actuales responsables de los Legionarios de Cristo (Álvaro Corcuera y Luis Garza) por parte del cardenal Velasio de Paolis, Juan Pedro Oriol sigue el mismo camino que, semanas atrás, tomaron Santiago (en proceso de incardinación en la diócesis de Getafe), Ignacio (en Madrid) y Alfonso (en Córdoba). Sólo permanece en el movimiento Malén, que hasta la fecha, junto a su hermano, apostaban por la renovación "desde dentro". Juan Pedro Oriol es un "peso pesado" de la congregación en México. De hecho, durante más de dos décadas dirigió la promoción vocacional de los legionarios mexicanos. Se dice que es uno de los grandes reclutadores de vocaciones sacerdotales entre los legionarios, con casi 400 "almas" entregadas al presbiterio legionario. 


Padre Maciel, Fundador dos Legionários de Cristo


Quienes le conocen alaban su sensatez y su cercanía, muy alejada de la imagen del Legionario de Cristo ahora puesta en cuestión. Ahora, abandona la orden, pero no el sacerdocio. Continuará ejerciendo su ministerio en Guadalajara y Querétaro.

"Conocí al padre Juan Pedro cuando jugaba en la Fuerzas Básicas de Chivas -cuenta uno de sus colaboradores laicos-. Un compañero me invitó a un partido amistoso de fútbol siete con el entrenador, Tuca Ferreti, y algunos jugadores del primer equipo (Ricardo Pelaez, Luis García, Gustavo Nápoles, Tilón Chávez, Daniel Guzmán, Mauricio González...). Yo iba muy nervioso y emocionado pero me calmé cuando me recibió un jugador que me saludó con mucha simpatía y ánimo. ¡De repente me enteré que era sacerdote porque todos le decían "padre"! No lo podía creer. Se llamaba Juan Pedro. Fue un partido durísimo y el padre metía la pierna como cualquiera de nosotros y le hizo un túnel a uno de los jugadores de primera división y empezaron las bromas... Ese día comenzó una amistad que ha durado hasta el día de hoy." "El ejemplo del padre hizo que yo quisiera cambiar mi camiseta con el 10 a la espalda por una sotana, pero no fue mi camino. 



Padre Maciel e Pp. JP II - O dinheiro sempre selou esta amizade... 
 
He oído decir muchas veces que el padre ha sido el que más vocaciones ha conseguido para la Legión, más de 200, no me extrañaría. Todos los años lleva a la sierra 400 jóvenes misioneros. No sé cuántos miles de jóvenes lo habrán escuchado en conferencias, congresos y demás. Hago el esfuerzo de no dejar de ver su programa de televisión de los lunes por la tarde, y los domingos lo leo en el periódico y por internet. Basta ir a la misa de jóvenes que celebra los domingos y ver a tanta juventud comulgando, cantando, participando... Siempre me he preguntado de dónde sacará el tiempo para hacer lo que hace..."

¿Cuáles han sido las razones de la marcha de Juan Pedro Oriol?

El conocimiento de las miserias del fundador de la Legión y la opacidad tanto en las cuentas como en las explicaciones por parte de los actuales dirigentes, así como la ausencia de medidas claras y rotundas que acaben con la sensación de que todo está podrido en la congregación. "Sólo me queda clara una cosa: a mí me gustaría seguir donde esté él y quiero que sepa que no soy el único que estaba esperando que diera este paso que, a otros como yo, nos marca un posible rumbo a seguir", afirma a RD uno de sus colaboradores.

Y es que la marcha de Juan Pedro Oriol puede suponer el principio del fin de los «Legionarios de Cristo» en México, la patria de su fundador.




Jesus Bastante
in: Periodista Digital
30 Maio 2011

J.M.J. - OS BENFEITORES DA CORRUPÇÃO ECLESIAL



[a decrepitude Vaticana e da Hierarquia Católica Espanhola nas Jornadas Mundiais da Juventude: um antro de pecado mortal...]




«No, por Dios, este viaje no es algo que tenga que ver con asuntos económicos... pero se volatilizarán 50 millones de euros, o sea, 8.319 millones de pesetas.


Por supuesto que su mensaje es espiritual pero 40 empresarios españoles estarán a la cabeza del patrocinio del evento seguros de sacar tajada, como sea, del mismo (El Sr. Cardenal a papa Benito-XVI: "Puede contar de manera incondicional y permanentemente, siempre, con ellos"). 





(…)
Pero los datos son los datos: dos millones de jóvenes; "evento de interés especial", según el gobierno; 80% de exención en lo invertido; apoyan a Jesús en su procesionar terrenal El Corte Inglés, OHL, Alierta con Telefónica, Botín y su B.Santander, Fundación Marcelino Botín, Cremades y sus abogados, Iberia tripulada por A.Vázquez, Borja Prado con Endesa, FCC con Baldomero Falcones al frente... incluso Prisa con el ínclito Fco Pérez Glez.






¿Y qué se pretende con tal evento? "Llevar los valores del Evangelio a la sociedad", dicen. ¿Y eso es lo que patrocinan los dispensadores de la pasta? No me lo creo.






Don Emilio Botín, por poner un ejemplo, está presente en la financiación de cualquier gran acontecimiento deportivo, cultural o económico, desde el Mundial de Fórmula 1 hasta la visita papal. Todo en el mismo saco: rentabilidad que proporciona el ser conocido. La publicidad cuesta lo que cuesta y una JMJ la proporciona a espuertas.» (…)

30.05.2011


30 de maio de 2011

CANÇÕES COMPROMETIDAS (ÁUDIO)


!As duas metades do coração… a outra e a mesma!




La mala reputación
Paco Ibáñez








A galopar
Rafael Alberti & Paco Ibáñez (1991, Madrid)






Pablo Neruda
Poema nº 20 – ‘20 poemas de amor e uma canção desesperada’
«Puedo escribir los versos mas tristes esta noche...»




27 de maio de 2011

MEDIATISMO PAPAL E REJEIÇÃO SOCIAL - AS J.M.J.

¿Qué opino sobre las Jornadas Mundiales de la Juventud?






Partiré de la sensación agridulce que me dejó la última visita del Papa a Santiago y Barcelona. Me entristecieron los carteles de “Nosotros no te esperamos”, las ácidas manifestaciones de algunos ateos y homosexuales o ciertos artículos sobre la pederastia. Esas reacciones –quizá exageradas, pero comprensibles- deberían hacernos reflexionar.







Tras el atentado contra las torres gemelas, el presidente Bush se preguntaba: “¿Por qué nos odian?”. Y llegaba a la peregrina conclusión de que por envidiar la libertad y la democracia de EEUU, olvidando décadas de una política nefasta en oriente próximo. No hagamos lo mismo. Ante estas críticas, pensemos si hemos hecho un daño indebido para rectificar.

Pero me apenaron también los apoyos incondicionales al Papa, las expresiones de autoafirmación, o
los vítores de algunos grupos, más propios de adolescentes que esperan a algún cantante famoso que de creyentes adultos que desean expresar su cariño y aprecio a quien nos preside en el Señor Jesús. Me preguntaba: ¿no cabe un amor a la Iglesia lúcido y crítico entre los cristianos? ¿No cabe la discrepancia respetuosa de quienes se encuentran fuera de la comunidad eclesial?





Hubo, por otra parte, aspectos de la visita que me alegraron mucho: la fe de los sencillos que no está contaminada de hipercriticismo, la expresividad de la liturgia bien realizada, el esplendor de la Sagrada Familia, las palabras del Benedicto XVI sobre Dios y la belleza, el contenido general de sus homilías o el encuentro masivo y público de cristianos venidos de tantos lugares.
La Sagrada Familia me parece un prodigio de diálogo de la fe con la cultura moderna. Su maravillosa arquitectura simbólica expresa una honda espiritualidad en unas formas radicalmente contemporáneas. Ésta es la principal asignatura pendiente de la Iglesia actual y la tarea a impulsar en las JMJ.







Por último, querría señalar algunas perplejidades evangélicas de estas visitas que las JMJ deberían evitar: presupuesto desmedido, medidas de seguridad exageradas, construcción de un gran altar de pladur en la soberbia plaza del Obradoiro, visita tan fugaz que no dio tiempo para casi nada (una persona que esperó en la calle para ver a Benedicto XVI en Santiago comentaba: “Pasó más rápido que Alonso”), medir el éxito por el número de asistentes, reunirse con los poderosos en lugar de con las comunidades cristianas o los pobres, la actitud interesada de los gobernantes para “salir en la foto”, la equiparación de la situación actual de anticlericalismo con la previa a la guerra civil…



A partir de esta experiencia puedo expresar, en positivo, mi opinión sobre las JMJ que congregan a jóvenes católicos de todo el mundo con el Papa cada 2 o 3 años desde 1986 y cuya última edición –la XXI- tuvo lugar en Sydney en 2008. Y quiero comenzar por señalar que me parece muy oportuno reunir a jóvenes creyentes de todo el planeta para que se acerquen a Jesús y puedan compartir sus búsquedas. Especialmente cuando el clima dominante de indiferencia religiosa y relativo descrédito eclesial hacen mella en los creyentes más jóvenes, que se sienten como “especie en peligro de extinción” o que pueden tener la tentación de vivir su fe “en las catacumbas”. Rezar, comunicar, reflexionar, compartir y celebrar con otros jóvenes no puede ser sino excelente.



Con todo, si me preguntan si serán positivas o no las JMJ contestaré como Jarabe de Palo: “Depende. ¿De qué depende?” De
dos cuestiones: de cómo estén organizadas por la Iglesia y de cómo se acerquen a ellas los jóvenes. Respecto a lo primero, las objeciones que planteaba antes se resumen en una idea: no hay que generar “alergias”. Las jornadas han de ser sencillas, cercanas a la gente, afectivas, creativas, alegres, liberadoras, proféticas. Han de articularse para facilitar un encuentro profundo con Jesús y la comunicación entre los jóvenes.

Por eso,
el Papa debería promover el diálogo: no sólo venir a hablar a los jóvenes, sino también a escucharlos y, sobre todo, a ayudarles a dialogar con Jesús. Por lo que se refiere a los jóvenes, la clave se jugará en el antes y el después. Un evento como éste puede ser un jalón muy significativo para quienes lleven recorrido un itinerario de fe si, después, tienen ocasión de asimilar e interiorizar lo vivido. En caso contrario estaremos construyendo “sobre arena”.


José Luis Pérez Álvarez distingue con acierto el “experimento” de la “experiencia”. El primero es un “montaje” nuestro que puede ser consumido narcisistamente en forma de emoción y sensación eufórica. La “experiencia” tiene mucho de gracia, de acogida, de profundidad, de salida de uno mismo, de “huella” dejada por el Espíritu. Esperemos que los jóvenes experimenten, de algún modo, la cercanía de Dios y que no nos preocupemos de “cuántos” cristianos somos, sino de “cuánto” somos cristianos.





Pedro José Gómez Serrano





26 de maio de 2011

«O REINO DE DEUS» - O QUE É? Bíblia e Doc's

Para entrarmos no «mundo da Bíblia» não faltam manuais ilustrados e belos mapas históricos ou cronológicos. Deixo aqui algumas sugestões:

O POVO DE DEUS NA HISTÓRIA – de 2000  AC a 150 DC, (desdobrável) de J. Machado Lopes,  Suplemento do “Atlas Bíblico”, Difusora Bíblica 2010, Fátima
ATLAS BÍBLICO, Ed Verbo Divino [Navarra], San Pablo [Madrid] (tradução castelhana de original em inglês), 32pp,  ISBN 978-84-7151-350-2
Abc dos MAPAS BÍBLICOS, Ed. Paulus, 63pp, ISBN 978-972-30-1288-0
Abc para conhecer O MUNDO DE JESUS, Ed. Paulus, 63pp, 978-972-30-1370-2
O MUNDO JUDAICO EM QUE JESUS VIVEU – cultura judaica do Novo Testamento, João Duarte Lourenço ofm, Universidade Católica Editora, Lisboa, 2005, 180pp,  ISBN 972-54-0115-8
CURSO DE INICIAÇÃO À LEITURA DA BÍBLIA (em português), La Casa de la Biblia [Madrid],  Gráfica de Coimbra, 319 pp,  ISBN 972-603-107-9
HISTORIA DE ISRAEL Y DE JUDÁ – desde los orígenes hasta el siglo II d.C., (em castelhano) François Castel, Ed. Verbo Divino, Navarra 2005, 245pp,  ISBN 84-7151-373-0
COMPREENDER A BÍBLIA, Mike Beaumont, Paulinas 2008, 125 pp, ISBN 978-972-751-916-3
NAS PEGADAS DE JESUS – um guia ilustrado dos lugares da terra santa, Peter Walker, Paulinas, 2008, 215pp, ISBN 978-972-751-935-4


Para entrarmos no «mundo em que Jesus viveu» são fundamentais alguns conhecimentos de sociologia e de estratificação sociológica que nos expliquem, entre outros, por exemplo, os aspectos da divisão do poder no tempo de Jesus. É importante saber quem era a classe dirigente (o poder romano), quem fazia parte da classe governante (a corte, o sumo sacerdote, os sacerdotes dirigentes, a nobreza laica, as autoridades menores), quem eram os subalternos (os escribas, os militares, os publicanos e os cobradores de impostos, os administradores), quem fazia parte da classe sacerdotal (os simples-sacerdotes, os levitas), como era a vida do campesinato, como era a vida dos artesãos, o que eram as classes impuras (impuros de origem, impuros de profissão, impuros de doença), quem compunha a classe dos desprezíveis (pequenos delinquentes, criminosos, mendigos, sub-empregados itinerantes ou sem trabalho fixo), etc.. Não falta bibliografia sobre este assunto.

É num certo contexto social que Jesus surge e é nele que tenta dar uma resposta às expectativas dos seus contemporâneos. Essas expectativas eram de natureza político-social, de natureza religiosa, de carácter existencial, de natureza apocalíptica e de uma outra que a expressão ‘o Reinado de Deus’ resume [Is 52:7; Sof 3:14-16, cf. v15b] e que é alimentada desde muito antes de Jesus. Face a estes 5 aspectos essenciais da expectativa judaica, Jesus responde com a expressão: o Reino de Deus, o qual se torna o núcleo central do seu anúncio.

Qual é, então, a resposta de Jesus e em que é que a ‘resposta de Jesus’ é diferente das respostas dos que o antecederam? [seguiremos traduzindo, textualmente, José Luis SICRE, «El Quadrante, Parte II – LA APUESTA,  el mundo de Jesús», Ed. Verbo Divino 2005, Navarra, 6ª ed., pp.306-316; existe versão em português do Brasil, na Editora Paulinas]





José Luis Sicre







1.Jesus antecipa o Reino de Deus: as obras

No evangelho de Mateus há um episódio programático que nos ajuda a introduzir o tema [Mt 11:2-6; leia, SFF].
A crise de João é compreensível.
Arriscando a própria vida, ele havia anunciado com entusiasmo, que o castigo de Deus estava iminente, que o machado já estava pronto para cortar as árvores. João coloca a sua esperança em que Jesus cumpra esta missão. Mas Jesus não actua deste modo. É então que surge a pergunta: É este aquele que há-de vir? Ter-me-ei equivocado? Jesus compreende a dúvida de João (e a possível tentação de muitos outros) e, por isso, conclui a sua resposta proclamando: «ditoso aquele que não encontra em mim ocasião de escândalo» (v.6). A possibilidade de escândalo não o faz, contudo, retroceder. A sua actividade, a de Messias, consistirá em arrancar o ser humano das mãos da doença e da morte, e em anunciar aos pobres a boa notícia. E que relação tem isto com o Reinado de Deus?

As curas são a antecipação do Reinado de Deus, porque pressupõem uma vitória sobre Satanás (símbolo do poder do Mal) e porque reflectem o bem-estar desse mundo futuro. (…) Vários séculos antes, para descrever a salvação definitiva, dizia-se que «então se abrirão os olhos do cego, os ouvidos do surdo ficarão a ouvir, o coxo saltará como um veado,e a língua do mudo dará gritos de alegria.» [Is 35:5-6]. Na boca do profeta, eram belas imagens, mas não se esperava pelo seu cumprimento literal. Os evangelistas citam expressamente estas palavras e outras semelhantes (Is 29:18) para deixar claro que as curas de Jesus convertem a poesia em realidade. Assim, Jesus responde à «nostalgia do passado» e antecipa esse momento no qual Deus «enxugará as lágrimas dos olhos, e já não haverá morte, nem luto, nem pranto, nem dor, pois as primeiras coisas passaram» [Ap 21:4].

Juntamente com as curas, Jesus considera missão sua anunciar a boa nova aos pobres. Já sabemos em que consiste a boa notícia – a chegada do Reino de Deus. Mas, quem são os pobres, e que significa para eles a chegada do Reino? O texto de Mateus, que descreve os primeiros passos de Jesus, nos ajudará a compreender quem são os pobres. Depois do seu baptismo, «tendo ouvido dizer que João fora preso, Jesus retirou-se para a Galileia. Depois, abandonando Nazaré, foi habitar em Cafarnaúm, cidade situada à beira-mar, na região de Zabulão e Neftali, para que se cumprisse o que o profeta Isaías anunciara:Terra de Zabulão e Neftali, caminho do mar, região de além do Jordão, Galileia dos gentios. O povo que jazia nas trevas viu uma grande luz; e aos que jaziam na sombria região da morte surgiu uma luz’.» [Mt 4:12-16, citando Isaías 8:23.9:1]

Expressa-se, aqui, a nível geográfico, o que será a atitude de Jesus durante a sua vida. Não se dirige às regiões influentes, onde reside o governo do país, onde floresce a cultura e onde se encontram os centros do poder religioso, político e económico. Jesus escolhe a Galileia dos pagãos, terra mal vista, terra ignorante da Lei, mãe de revoluções.

É aí que começa a proclamar a boa nova, dizendo que o Reino pertence às pessoas mais estranhas e perigosas: aos pobres, aos que sofrem, aos não-violentos, aos que têm fome e sede de justiça, aos que prestam ajuda, dos limpos de coração, aos que trabalham pela paz e vivem perseguidos pela sua fidelidade. Através das bem-aventuranças, Jesus diz-lhes: quando Deus se manifestar como Rei, vós sereis seus súbditos, vós, os marginalizados, os esquecidos e incompreendidos. Mas Jesus não se fica por belas teorias. Jesus antecipa esta realidade acolhendo, desde já, os futuros membros do Reino: os pecadores e desacreditados, os cobradores de impostos e as prostitutas, gente simples e ignorante, inclusivamente os seres menos preparados, como é o caso das crianças. Estes são os pobres, as pessoas que a sociedade bem-pensante, de direita ou de esquerda, marginaliza e rejeita. Em cada relação pessoal, em cada gesto e palavra pessoais, Jesus torna patente, ao indivíduo, o acolhimento de Deus. É neste contexto que se inserem os escassos, mas significativos, episódios de ‘perdão de pecados’ [Filho Pródigo, Maria Magdalena, Zaqueu, Pedro e outros personagens].

2.Jesus explica o Reino: as palavras

Com as curas e o acolhimento, Jesus não se limita a antecipar o Reino. O Reino é um mistério complexo que pode provocar escândalo, estranheza e más interpretações. O caso João Baptista deixa isto muito claro. Mas até isso Jesus quer aclarar, esclarecer. Não o faz de modo sistemático, como se faz nos tratados de teologia. As suas parábolas, tal como outras respostas e intervenções, ajudam-nos a esboçar o seu pensamento.

Antes de mais nada, Jesus sublinha a importância do Reino. Compara-o a um tesouro escondido, a uma pérola de grande valor, a um banquete magnífico, a uma colheita abundante, a uma semente que frutifica. O Reino deve entusiasmar tanto os discípulos que, na oração mais breve, uma das primeiras petições deverá ser: «venha a nós o teu reino», sinal de profunda estima por ele e marca da ânsia com que o esperam.

Mas, na mente de Jesus, este Reino, tão valioso, implica também grandes riscos, e Jesus a ninguém quer enganar. Pelo contrário, Jesus parece interessado em acentuar os obstáculos para que o indivíduo faça os seus cálculos antes de construir a torre ou antes de declarar a guerra. Nesta atitude de Jesus, três aspectos me parecem de especial interesse.

(1)O realismo. Conta Lucas que um personagem, entusiasmado com o diálogo que travava com Jesus sobre este tema, exclamou: «Ditoso o que comer no banquete do Reino de Deus!» [Lc 14:15] É a visão utópica do Reino que vê tudo cor-de-rosa. Um pregador bem intencionado poderia aproveitar o momento para exaltar as maravilhas do Reino, entusiasmando ainda mais os comensais. Jesus não o faz, bem pelo contrário: aproveita para lhe despejar um balde de água fria em cima, adoptando um realismo cruel. Conta, então, a parábola dos convidados para um grande banquete [Lc 14:16-24], na qual admite que o Reino é um banquete maravilhoso, mas na qual não ilude quanto aos que serão os verdadeiros convidados: ainda que sejam muitos, todos começam por se escusarem; e, no fim, ninguém entrará na sala do banquete. Será necessário ir buscar os pobres, os estropiados, os cegos e os coxos, e gente dispersa por caminhos e sendeiros. A exclamação: «Ditoso o que comer no banquete do Reino de Deus!» adquire, agora, um sentido novo. Permanece válida, mas envolta numa certeza trágica fundada no mais cruel dos realismos.(…)

Nas pessoas entusiastas e generosas, as dificuldades do Reino podem criar um entusiasmo ainda maior. Jesus, porém, vai mais além e fala do (2)carácter desconcertante do Reino. Um exemplo concreto nos é dado no desconcerto que supõe situar o serviço acima do poder. [cf. ‘filhos de Zebedeu’] Jesus desconcerta falando do serviço como valor supremo. Jesus tabém desconcerta com as suas ideias de recompensa e de generosidade. A parábola dos trabalhadores que vão à vinha [Mt 20:1-15] (…) espelha a injustiça da generosidade, tal como acontece com a parábola do filho pródigo [Lc 15:11-32] (…). Esta injustiça da generosidade é característica essencial do reino: faz com que os últimos sejam os primeiros, com que os cobradores de impostos e as prostitutas precedam os demais. Aquele que se considera bom, puro, trabalhador deverá sentir-se irritado, mas o que se sabe débil, incapaz, egoísta, pecador pode alegrar-se com que a entrada no Reino se reja por um critério tão desconcertante como o do perdão e a generosidade. A este carácter desconcertante do Reino, pertence também: a conduta moral dos seus membros, uma nova interpretação da Lei, o repúdio pelas ‘tradições’, a abertura radical aos pagãos. (…)

Indo mais além, Jesus não se contenta em inculcar realismo ou provocar desconcerto. A mensagem do Reino permite-lhe, também, (3)destruir falsas esperanças. É instrutivo e quase cruel comparar as esperanças formuladas pelos personagens que Lucas nos apresenta durante a infância de Jesus [Lc 1-2] com o que Jesus afirmará mais tarde. Por exemplo, a profetisa Ana esperava que Jesus viesse libertar Jerusalém, e até fala do menino a quem atribuía esta missão [Lc 2:38]. Anos mais tarde, quando Jesus alcança a cidade, não vem para a libertar, mas para a condenar: «Virão dias para ti, em que os teus inimigos te hão-de cercar de trincheiras, te sitiarão e te apertarão de todos os lados;hão-de esmagar-te contra o solo, assim como aos teus filhos que estiverem dentro de ti, e não deixarão em ti pedra sobre pedra, por não teres reconhecido a oportunidade que Deus te deu.» [Lc 19:41-44; ver 21:20-24; 23:28-31]. [o mesmo acontece com a esperança de Zacarias: cf. Lc 1:71 com Lc 6:27-28] Com esta exigência, Jesus anula séculos de promessas, anula anúncios de libertação, de bem-estar político e religioso. Que não haja ilusões: apenas fica de pé o compromisso de responder ao mal com o bem! Também no campo soció-económico, Jesus destrói as esperanças que alguns poderiam ter a respeito dele. Quem interprete as palavras do Magnificat «aos famintos encherá de bens e aos ricos os despedirá de mãos vazias» [Lc 1:53] como o anúncio de uma revolução iminente e como sinal de maior justiça neste mundo, sentir-se-ão desenganados ao escutar a Jesus. Ele não ilude: o rico continuará engordando e disfrutando, ao passo que o pobre Lázaro morrerá de fome [Lc 16:19-31]. Os papéis invertem-se, mas não neste mundo, somente na outra vida (cf. v.22-23): só quando os protagonistas morrem é que a revolução acontece.

Se Jesus vai deitando abaixo estas esperanças é porque ele mesmo não tem ilusões a respeito da sua pessoa e do seu destino. Ainda que dele se tenha dito que «será grande, se chamará Filho do Altíssimo e o Senhor Deus lhe dará o trono de David, seu antepassado, reinará para sempre na casa de Jacob e o seu reino não terá fim» [Lc 1:32-33], Jesus sabe que o seu trono será uma cruz, a sua coroa será de espinhos e os seus súbditos serão uns covardes e traidores. Aquilo que fora anunciado pelos profetas converte-se num pesadelo absurdo. As palavras de Jesus vão preparando este desenlace, anunciando a sua tortura e morte, e vão advertindo os seus discípulos de que o seu destino não será melhor do que o do seu mestre.


3.Jesus e o mistério do Reino: a sua pessoa

Com as suas acções e as suas palavras, Jesus antecipa o Reino e explica-o, mas o assombro que isso provoca nos seus contemporâneos conduz-nos à pergunta capital: «Quem é este?» [Mc 1:27] «Quem é este, a quem até o vento e o mar obedecem?» [Mc 4:41] Ou seja, a pergunta acerca de Jesus acaba por ser mais importante do que a pergunta acerca do Reino.

Nada disto nos deve estranhar, pois Jesus, com a sua pessoa, desvela a glória do Reino, sobretudo em momentos chave como o da tempestade acalmada [Mt 8:23-27 par.], como na Transfiguração [Mt 17:1-19 par.], aquando da entrada em Jerusalém [Mt 21:1-17 par.], aquando da ressurreição e proclamação da sua vitória [Mt 28:18].(…)

Recordemos o significado da Transfiguração.

Sete dias antes, Jesus afirmou: «Em verdade vos digo que alguns dos aqui presentes não experimentarão a morte sem terem visto o Reino de Deus chegar em todo o seu poder.» [Mc 9:1] (em todas as 3 versões – cf. também Lc 9:27 e Mt 16:28 – Jesus converte-se na revelação da glória do Reino) Esta chegada poderosa do reino tem lugar uma semana mais tarde, na Transfiguração. Porém, o que chega não é  nenhum benefício de ordem física, como por exemplo uma cura, nem de ordem espiritual, como o acolhimento afectuoso do pobre e do marginalizado. Muito menos uma iluminação intelectual sobre o valor ou as características do Reino. O que chega é uma experiência de ordem distinta, que faz transbordar e sobressaltar, que obriga ao silêncio e converte qualquer palavra em neciosidade. O que chega é algo que rompe com o quotidiano e revela um mundo novo. A Transfiguração antecipa a vinda de Jesus «por entre os anjos, com a glória do Pai» [Mt 16:27], antecipa o momento em que «vereis um dia o Filho do Homem sentado à direita do Todo-Poderoso e vindo sobre as nuvens do céu.» [Mt 26:64]

Dentro do Antigo Testamento há algo que ilumina este episódio: as afirmações de Ezequiel sobre a Glória de Deus [Ez 10-11] (10:18 e 11:22 são críticas a Ezequias: «Saiu da soleira do templo, a glória do Senhor, e colocou-se sobre os querubins»; «a glória do Senhor elevou-se do meio da cidade e fixou-se sobre a montanha») O seu desaparecimento (o afastamento por parte de Deus) é o pior castigo que pode sofrer o povo pelos seus pecados. E este afastamento progressivo desde o Santíssimo até ao umbral do templo, até à porta oriental e até ao Monte das Oliveiras até desaparecer por completo, encerra uma etapa da história com uma condenação e uma solidão a mais plena possível, na medida em que Deus abandonou o seu Povo. Posteriormente, Ezequiel descreverá a restauração [da aliança com Deus] com tons deslumbrantes: a vida renasce, as montanhas ressumam bênção cobertas de searas e rebanhos e o Povo retoma a sua independência: uma água pura o purifica e um espírito novo o inunda. Mas a maior promessa refere-se ao regresso da Glória de Deus, que, de novo, habita em Israel [Ez 43:1-9].

Dentro do Novo Testamento, a Transfiguração desempenha o mesmo papel. Todas as outras promessas e esperanças, por mais magníficas que tivessem sido, empalidecem ante a manifestação da glória de Deus e do seu Reino na figura de Jesus. O quarto evangelho, que não relata a Transfiguração no monte, enfoca de modo original o tema, relacionando a glória com a morte de Jesus: «Chegou a hora de se revelar a glória do Filho do Homem. Em verdade, em verdade vos digo: se o grão de trigo, lançado à terra, não morrer, fica ele só; mas, se morrer, dá abundante fruto. (…) «Agora a minha alma está perturbada. E que hei-de Eu dizer? Pai, salva-me desta hora? Mas precisamente para esta hora é que Eu vim! Pai, manifesta a tua glória!» [Jo 12:23-24.27-28a] É a expressão mais clara do mistério do Reino, do seu fascínio e do seu escândalo. «E Eu, quando for erguido da terra, atrairei todos a mim» [Jo 12:32]. E, para que não exista possibilidade alguma de equívoco, João acrescenta: «Dizia isto dando a entender de que espécie de morte havia de morrer» [Jo 12:33]. Jesus, transfigurado no monte ou exaltado na cruz, reflecte a glória do Reino e desvela o único caminho que leva até ele.


Entusiasmo, desilusão e esperança

Que reacção provocou Jesus, ao oferecer esta resposta às esperanças dos seus contemporâneos?
Uma resposta unívoca, seria injusta. Ao nível pessoal ou existencial, muitos encontraram, nas suas palavras e atitudes, um motivo de esperança para os seus problemas. Para esses, como para o velho Simeão, o contacto com Jesus supôs plenitude, deu sentido à sua existência. Outros viram-se livres das suas enfermidades, das suas angústias e temores, descobriram uma nova relação com Deus. Mas as suas esperanças não se limitavam ao existencial ou ao religioso. Os aspectos políticos e socioeconómicos eram também essenciais. E, nesse sentido, a atitude de Jesus parecia irreconciliável com as esperanças depositadas nele. A questão era tão importante que Lucas nem hesitou em dedicar-lhe um dos últimos episódios do seu evangelho: o dos discípulos de Emaús. Com ele não responde apenas às inquietações dos seus contemporâneos, mas anima-nos também a nós, cristãos de hoje, para que façamos a experiência do entusiasmo, da desilusão e da esperança.

No início do relato, os discípulos abandonam Jerusalém, tristes e desalentados com o destino de Jesus: «O que se refere a Jesus de Nazaré, profeta poderoso em obras e palavras diante de Deus e de todo o povo; como os sumos sacerdotes e os nossos chefes o entregaram, para ser condenado à morte e crucificado. Nós esperávamos que fosse Ele o libertador de Israel» [Lc 24:19-21].

Na experiência destes homens houve uma etapa de entusiasmo, quando o viram como profeta poderoso em obras e palavras. Cada gesto pequeno, cada cura, cada pessoa acolhida, o fascínio sobre a multidão anunciavam o triunfo da causa e inundava de esperança. Mas, quando a vitória parecia iminente, a morte derruba a esperança de libertação de Israel. Então, o entusiasmo cede lugar à desilusão. As palavras e obras, a pessoa de Jesus, aparecem agora como inúteis, já não antecipam o Reino, nem reflectem a sua glória. É que o decisivo, agora, já não é a solução concreta dos problemas pessoais, grandes ou pequenos, mas uma resposta absoluta: a libertação de Israel. Se esta não se produzir, tudo o mais não passará de pequenos detalhes falhos de importância – sentiam os discípulos. O melhor é acabar com os sonhos e afastar-nos de Jerusalém, dar por encerrado o passado e o futuro e submergir-nos na amargura do presente.

Mas a experiência dos discípulos de Emaús termina na esperança, mediante o contacto com Cristo ressuscitado e mediante um novo conhecimento da Sagrada Escritura. Não renunciam à esperança política! Segundo Lucas, a última pergunta que os dsicípulos dirigem a Jesus, antes da ascensão, é: «Senhor, é agora que vais restaurar o reino de Israel?» [Act 1:6]. Mas, esta esperança, aprenderam a compaginá-la com o duro caminho percorrido ao lado de Jesus: «O Messias tinha que padecer tudo isto para entrar na sua glória» [Lc 24:26]. O que transforma os discípulos de Emaús, o que possibilita a sua esperança, não é a renúncia à vitória final, mas a aceitação do sofrimento presente.

Seria injusto criticar estes homens pela sua obsessão política ou pela sua incapacidade de entender os planos de Deus. Justo é identificarmo-nos com eles, com o seu entusiasmo incial, quando o evangelho nos surge, também a nós, como uma força transformadora do mundo e da sociedade. E, com a sua desilusão, quando as nossas lutas se tornam também inúteis, quando a salvação não nos chega a nós e o evangelho nos parece ridículo e alienante. Quando o desengano bate bem cá no fundo e nos perguntamos, tal como João Baptista, se devemos esperar outro, ou quando sentimos, como os discípulos de Emaús, a tentação de tudo abandonar, então, da desilusão poderá renascer a esperança. Mas sempre fará falta fazer a experiência de Cristo ressuscitado, que ilumine o escândalo da cruz e nos anime apartir do interior das nossas dificuldades. Então, sentir-nos-emos impulsionados a continuar a missão de Jesus, antecipando o Reino com as nossas obras, explicando-o com as nossas palavras, tornando-o visível nas nossas vidas.

José Luis Sicre, sj

[José Luis Sicre Díaz (b. 1940) is a Spanish catholic priest and scholar, at the Faculty of Theology of Granada, Spain]